2º – La revolución industrial

Llamamos revolución industrial al proceso histórico por el cual se pasó de una economía agraria y artesanal, basada en la fuerza humana y animal, a una economía basada en la industria y en la producción mecanizada, impulsada por fuentes de energía inanimadas (carbón, petróleo). Este cambio estructural implicó:
• un nivel de crecimiento económico (aumento de la productividad) nunca antes vivido en la historia de la humanidad;
• una enorme innovación tecnológica y en las formas de organización de la producción;
• profundos cambios sociales, ideológicos y culturales.

La revolución industrial se inicia en Inglaterra a fines del siglo XVIII. Pero para entender todos estos cambios, es necesario conocer las principales características de las sociedades pre-industriales.

Antes de la revolución industrial

A lo largo y ancho del mundo, antes del siglo XIX la mayoría de las personas vivían en sociedades agrarias. En éstas, la principal actividad económica era la agricultura: entre el 75% y 80% de la población se dedicaba al cultivo de la tierra, y ésta era la principal fuente de riqueza. La tierra era trabajada usando la fuerza animal (bueyes, caballos) y humana (en diversas formas: esclavitud, servidumbre, trabajo asalariado, etc). La mayoría de los campesinos no eran propietarios de la tierra, sino que debían trabajarla para otros.

agric-anticregim

En Europa, las manufacturas se producían en forma doméstica o artesanal. Los campesinos, en el tiempo que no estaban trabajando la tierra, fabricaban las herramientas, ropas y utensilios sencillos que necesitaban para sus tareas y sus vidas: eran en buena medida autosuficientes. Pero también existían los artesanos, que eran parte de la minoría que vivía en las ciudades (junto con los comerciantes). Los talleres de artesanos empleaban un reducido número de trabajadores; las máquinas y herramientas, propiedad de los artesanos, eran pocas y sencillas, y las fuentes de energía también eran la humana y la animal, junto a la proporcionada por el agua o el viento en algunos casos (molinos). La especialización era limitada, lo que significaba que el proceso de trabajo invertido en la creación de mercancías era controlado de principio a fin por una misma persona o unos pocos operarios. La producción estaba controlada por los gremios, que eran asociaciones de artesanos por rubros (zapateros, tejedores, etc).

taller

Predominaba el comercio a larga distancia, que había permitido en algunos casos el surgimiento de una rica aunque reducida clase de comerciantes. Los intercambios dentro de un mismo país eran escasos y complicados debido a las deficientes comunicaciones y la inexistencia de un mercado unificado.

Las ciudades eran más bien pequeñas: pocas superaban los 50.000 habitantes. La aldea era el centro de organización y producción.

Había un escaso crecimiento vegetativo de la población, condicionado por altas tasas de natalidad contrarrestadas por altos índices de mortalidad, especialmente infantil.

El elemento regulador de la población era la mortalidad, estrechamente relacionada con la dependencia de una economía de carácter agrícola. Periódicamente se producían crisis de subsistencias desatadas por el encadenamiento de malas cosechas. La escasez de alimentos y la imposibilidad de abastecerse desde largas distancias originaba hambrunas que a su vez producían enfermedades de carácter epidémico difundidas con gran rapidez entre una población empobrecida. La secuela era una mortalidad catastrófica.

Si antes de la revolución industrial la inmensa mayoría de las personas se dedicaba a producir alimentos y por lo tanto vivía en el campo era porque los rendimientos agrícolas basados en la energía orgánica (animal y humana) no alcanzaban para mantener a muchas personas que no se dedicaran a producir alimentos (como lo son los habitantes de las ciudades), y los medios de transporte eran lentos y caros como para transportar y distribuir a grandes distancias la comida. La producción de alimentos comenzará a crecer, y la distribución a mejorar y abaratarse precisamente cuando se aplique a la agricultura y al transporte tecnología moderna (cosechadoras, ferrocarriles, barcos de vapor) basada en fuentes de energía fósil (carbón y petróleo).

La protoindustrialización

A lo largo del siglo XVIII se produjeron significativos cambios económicos que precedieron a la revolución industrial. Estas alteraciones han sido designadas con el calificativo de «protoindustrialización». Esto incluyó:

  • La expansión del comercio a larga distancia, que estimuló las manufacturas y permitió la acumulación de capitales, parte de los cuales fueron invertidos en la naciente industria moderna.
  • El nacimiento de una industria rural denominada «Domestic System» que se desarrolló al margen de las reglamentaciones gremiales. Era una industria de carácter rural que conjugaba el trabajo agrícola con la manufactura casera de textiles. No se desarrollaba por tanto en fábricas.

Características de la industria rural:

  • El empresario (capitalista) era generalmente un comerciante no un industrial. Proporcionaba materia prima a los campesinos, esencialmente mujeres, y éstas la trabajaban en su hogar.
  • El pago se realizaba mediante salario. El campesino no era dueño ni de la materia prima ni del producto resultante, aunque sí lo era de los útiles de trabajo.
  • La producción trascendía la limitación del mercado local o regional, estaba destinada a la exportación.
  • Esta actividad se desarrolló al margen de la reglamentación de los gremios de artesanos. Dependía del capital mercantil.
  • El proceso de trabajo era sencillo y no requería una maquinaria compleja.
  • Se concentró esencialmente en el sector textil, con la fabricación de mercancías de lana o lino.

¿Qué es la energía y por qué es tan importante?

Una forma de sencilla de definir la energía es como la capacidad de realizar un trabajo. Para realizar cualquier trabajo, cualquier acción, se necesita energía. De la cantidad de energía invertida en realizar una determinada actividad dependerá en buena medida lo productivo de esa actividad. Dicho de otra manera, si deseo producir mucho, necesito realizar mucho trabajo, y por lo tanto necesito utilizar mucha energía.

La energía la obtenemos a través de fuentes. Nuestra principal fuente de energía, y de la que derivan casi todas las demás, directa o indirectamente, es el sol. Del sol obtienen energía las plantas, de las plantas obtienen energía algunos animales (incluidos los humanos), que a su vez son fuente de energía para otros animales (incluidos los humanos). La energía del sol también puede ser aprovechada directamente en forma de calor. Pero también sucede que los restos de plantas (que contienen energía solar) enterrados, comprimidos y acumulados por millones de años en la corteza terrestre forman a veces depósitos de otras fuentes de energía, como el carbón, el petróleo o el gas natural. Estos pueden ser utilizados como combustibles: al quemarse, liberan la energía acumulada, que es inmensa comparada con otras fuentes. Los “motores humanos” llegan a tener 0,1 kW de potencia; los bueyes, 0,3 kW; los molinos más avanzados del siglo XVIII, 8 kW. El motor de vapor de Watt aumentó la potencia hasta los 100 kW y para comienzos del siglo XX las turbinas de vapor y de agua eran de 10.000 kW. Estos aumentos de potencia se debieron al uso de nuevas fuentes de energía junto con la innobavión tecnológica. Para ponerlo en términos más sencillos, un solo litro de petróleo contiene la misma cantidad de energía que puede generar un hombre joven, sano y fuerte si trabajara sin parar durante cuatro días.

Hay fuentes de energía renovables y no renovables. Las primeras son aquellas que están disponibles en forma más o menos constante y se reproducen indefinidamente: solar, eólica (viento), hidráulica (movimiento del agua), biomasa (leña), animal, humana. Las segundas son las que se encuentran en reservas limitadas, y una vez utilizadas, no se regeneran en millones de años: carbón, petróleo, gas natural, uranio.

LA PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

Lo que conocemos como primera Revolución Industrial se inició en Inglaterra durante la segunda mitad del siglo XVIII. Fue posible gracias a una serie de transformaciones en las estructuras económicas, demográficas, energéticas y tecnológicas.

Revolución agrícola

A mediados del siglo XVIII Inglaterra contaba con la agricultura más productiva de Europa, debido a que sus estructuras habían sido objeto de una serie de transformaciones favorecidas por una serie de circunstancias.
Cambios en la estructura de la propiedad agraria: los «open fields» (campos abiertos) son sustituidos por las «enclosures» (cercamientos).
La puesta en práctica de innovaciones agrarias que posibilitaron el gradual abandono del barbecho a raíz de la aplicación del «Sistema Norfolk», la estabulación del ganado, la introducción de nuevos cultivos (maíz, patata, plantas forrajeras, etc.) y el empleo hacia 1870 de los primeros modelos de maquinaria agrícola (sembradoras, trilladoras).
Debido a estas medidas, entre 1700 y 1800 los rendimientos agrícolas se incrementaron en un 90%.

Sistema Norfolk

CULTIVOS

Las enclosures

Las «Enclosures» o cercado de los campos abiertos fueron puestas en práctica en Inglaterra tras la aplicación de las «Leyes de cercamiento» (Enclosure Acts) que establecían «la división, el reparto y el cercamiento de los campos, praderas y dehesas abiertas y comunes y de las tierras baldías y comunes» situadas en cada demarcación territorial.
Los campos abiertos (open fields) eran explotados colectivamente por pequeños agricultores que hubieron de abandonarlos por cuanto sus derechos basados en la tradición no fueron respetados por las nuevas leyes. Se trataba de parcelas de tierra a las que los paisanos tenían acceso, pero sin ostentar la titularidad de propietarios. Estaban dispersas en franjas de terreno desconectadas entre sí y abiertas a la entrada del ganado. Los rendimientos de estas tierras eran muy bajos y su función económica estaba orientada a la supervivencia. En muchas áreas de Europa, por ejemplo en Inglaterra, este sistema era muy utilizado.
Las leyes de cercamiento supusieron la sustitución de los derechos comunales por los de propiedad privada. Las parcelas antes dispersas pasaron a ser propiedad de particulares, agrupadas y cerradas mediante vallas. En ellas se aplicaron las mejores técnicas agrícolas del momento (rotación de cultivos, drenaje de suelos, empleo de nuevos abonos, etc).
Los campesinos desposeídos hubieron de desplazarse a las ciudades en busca de sustento o a convertirse en jornaleros. Con ello la actividad agrícola dejó de ser un bien heredado y destinado a la subsistencia para convertirse en una empresa regida por las leyes del mercado, orientada al logro de beneficios y ejercida por asalariados.

Los cercamientos contribuyeron a:

 La mejora de productividad agrícola y el incremento de los excedentes alimentarios disponibles.
 La mejora en la calidad de la alimentación que propició la «Revolución Demográfica».
 Un aporte de capital procedente de los beneficios de los terratenientes, esencial en la financiación de las nuevas empresas industriales.
 El suministro de una mano de obra barata que fue empleada en la industria y contribuyó a la acumulación de capital esencial para su desarrollo.

Consecuencias de la revolución agrícola

 El crecimiento de sobrantes alimentarios necesarios para satisfacer la fuerte demanda de una población en alza.
 La disponibilidad de excedentes de mano de obra sobrante del agro, fundamental para satisfacer las crecientes necesidades de una industria urbana en desarrollo.
 El incremento de los beneficios de los propietarios de tierras, parte de los cuales se invirtieron en las primeras fábricas modernas.

Revolución demográfica

Hacia mediados del siglo XVIII se produjeron ciertos cambios en la demografía; así en algunas zonas de Europa (Inglaterra, Francia, también Holanda), hubo un incremento de los excedentes alimentarios y una mejor nutrición, lo que se tradujo en la disminución de hambrunas y epidemias y, consiguientemente, en la reducción de la mortalidad.
Otro factor que influyó en el descenso de la mortalidad, aunque de manera menos determinante, fue un cierto progreso de la medicina. El resultado fue un crecimiento demográfico que sin embargo no afectó por igual a todo el continente.
El aumento de la población intensificó la demanda de alimentos y manufacturas, también incrementó la disponibilidad de mano de obra, tanto en el campo como en la industria, factores determinantes en el desarrollo de la revolución agrícola e industrial.

La revolución del carbón

Los combustibles fósiles tienen características que los hacen claramente distintos de la biomasa: i) su densidad energética es netamente mayor; ii) la tecnología y su poder calorífico permitieron un uso muy versátil; iii) eran abundantes y baratos; iv) son fácilmente almacenables. De este modo, la abundancia y el almacenamiento permitieron un gran flujo ininterrumpido de energía, no como la biomasa (dependía de la producción agraria o forestal) o la eólica.
Al menos desde el siglo XIII, el carbón venía usándose en Inglaterra en la calefacción doméstica. Sus aplicaciones fueron ampliándose, de forma que a principios del siglo XVII se utilizaba también en ciertas industrias (ladrillo, forjas, desalación, jabón, cerveza). Sin embargo, este carbón no servía para la industria siderúrgica debido a las impurezas que tenía, que hacían que el hierro fuese quebradizo. Solo con el empleo de un carbón mucho más puro, el carbón de coque, que no llegaría hasta la Revolución Industrial, se pudo expandir su uso a todos los sectores industriales que requerían calefacción. Otras aplicaciones del carbón fueron el gas de coque, que se empleó sobre todo para el alumbrado desde principios del siglo XIX y en la industria de los tintes a partir de 1854, dando inicio a múltiples utilizaciones de los combustibles fósiles más allá de las energéticas. Pero, sin lugar a dudas, el principal uso del carbón fue en los motores de vapor. Además, la minería del carbón y los motores de vapor se retroalimentaron una a otro, pues los ingenios permitían excavar minas más profundas que abarataban el precio del carbón y promovían el desarrollo de mejores motores. El petróleo empezó a explotarse en el último tercio del siglo XIX, pero su explotación masiva y mundial no se abordó hasta el siglo XX.

La revolución tecnológica

El carbón, sin la tecnología, no hubiera permitido los cambios sociales y económicos que se produjeron. No solo hizo falta una fuente de energía concentrada y barata, sino también la capacidad de transformar calor en energía mecánica, algo nuevo en la historia de la humanidad: la máquina de vapor. Además, la máquina movida por combustibles fósiles significó un salto cualitativo en el grado de automatismo de máquinas anteriores, mucho mayor que el de las herramientas, por supuesto.

Se pueden distinguir tres oleadas en la Revolución Industrial:

i) Motores de vapor estacionarios y uso masivo del carbón (1787-1814). Este es el periodo del desarrollo de las máquinas de vapor para bombear agua de las minas de carbón, de la industria textil (con la hiladora de usos múltiples o el telar mecánico8) y de la siderúrgica (hornos de coque), junto a una mejora en la comunicación (caminos y canales). Esta primera etapa no fue de grandes inventos, sino de aplicación de ideas sencillas (en muchos casos, antiguas) con una visión comercial. No hubieran sido posibles grandes inversiones de capital en investigación, ni existía un cuerpo de empleados/as cualificados/as para aplicarlas. En esta fase, a excepción de las industrias del algodón, del hierro y del carbón, la mecanización de las fábricas fue pequeña.

ii) Motores de vapor móviles (locomotoras y barcos de vapor), desarrollo y fuerte expansión de la metalurgia del hierro y mejora de las comunicaciones (telégrafo) (1843-1869). La disponibilidad de hierro fue central, pues sirvió de materia prima para muchas industrias y alentó la extracción acelerada de carbón.

iii) Electricidad comercial, motor de explosión e inicio de la industria química moderna (1898-1924). A finales del siglo XIX, empezó a utilizarse la electricidad en las ciudades, construyéndose asimismo los primeros tranvías y metros eléctricos, y se inició su aplicación paulatina en la automatización de la producción industrial. La electricidad era una nueva forma de energía final de alta calidad que se generaba fundamentalmente a partir del carbón, pero también en saltos hidráulicos. Sin embargo, el impacto social de la expansión del motor de explosión y la electricidad vino después de la transición de la hegemonía británica a la estadounidense, del carbón al petróleo, y lo abordaremos en el siguiente capítulo. En esta tercera oleada de la Revolución Industrial, la mayoría de las innovaciones ya no fueron británicas, sino estadounidenses y alemanas, con el predominio de grandes industrias que operaban a nivel internacional. Por otra parte, las máquinas se empezaron a acoplar a otras máquinas y se inició la producción de máquinas por medio de máquinas (con un gran consumo energético fósil, por supuesto).

La revolución en el transporte fue tan importante como en la producción. En el profundo cambio que se produjo fue fundamental la invención del barco de vapor y del ferrocarril, pero también la mejora de las vías de comunicación (carreteras, canales). Por ejemplo, estas mejoras en las vías permitieron la entrada en el mercado de los yacimientos de carbón del interior de Inglaterra. A ello hay que añadir que los vehículos refrigerados empezaron a aparecer en la década de 1830 y aumentaron paulatinamente conforme avanzaba el siglo, lo que facilitó el comercio de productos perecederos.

Coal mine with steam winding engine lg

El surgimiento de la fábrica

Con la Revolución Industrial nació el sistema de fábrica, que se identificó con la mecanización de la producción (producción con máquinas), el uso de energía inanimada en reemplazo de la energía humana o animal y la presencia de trabajadores asalariados sometidos a un régimen de estricta disciplina.
La productividad creció no sólo gracias a la utilización de máquinas y al uso de nuevas fuentes de energía, lo hizo también como producto de las nuevas formas de organización del trabajo que acompañaron al nuevo sistema de fábrica.
Con la fábrica se produjo, en primer lugar, una intensificación del trabajo que exigía a los obreros un horario estricto y una actividad constante; por lo tanto, el trabajo humano debió adaptarse al ritmo impuesto por las máquinas. La fábrica exigía a los obreros un horario estricto y una actividad constante. El trabajo humano debió adaptarse al ritmo impuesto por las máquinas. Los trabajadores debieron acostumbrarse a una precisión y una asiduidad desconocidas con anterioridad, y debieron modificar profundamente sus hábitos laborales.
Antes del advenimiento del sistema de fábrica, el trabajo era muy irregular, y en general se combinaban momentos de trabajo intenso con periodos de ociosidad. Los nuevos empresarios lucharon por modificar los viejos sistemas de trabajo recurriendo al control de los obreros, algunos establecieron una normativa muy rígida. La entrada de los obreros a la fábrica, sus comidas y su salida tenían lugar a una hora fija, pautado por el toque de una campana o por una sirena. En el interior, cada uno tenía un puesto determinado y una tarea estrictamente delimitada; debían trabajar de manera regular y sin detenerse, bajo la mirada del capataz. Los empresarios recurrían a los castigos para quienes no cumplían satisfactoriamente con las exigencias, y en mucha menor medida utilizaban premios para quienes sí lo hacían. Considerada como una innovación organizativa, la división del trabajo implicó la especialización de los trabajadores en una o varias tareas determinadas y que no necesariamente estaban vinculada a la difusión de las máquinas, pero que sí permitió el aumento de la productividad; con el aumento del sistema de fábrica la división del trabajo se intensificó. Algunos otros empresarios utilizaron la supervisión bajo normas explícitas y estrictas, y la delegación de autoridad a capataces y vigilantes.

Recuerdos de un hilador

«El algodón entonces era siempre entregado a domicilio, crudo como estaba en bala, a las mujeres de los hiladores, que lo escaldaban, lo repulían y dejaban a punto para la hilatura, y podían ganar ocho, diez o doce chelines a la semana, aun cocinando y atendiendo a la familia. Pero en la actualidad nadie está empleado así, porque el algodón es abierto por una máquina accionada a vapor, llamada el “diablo”; por lo que las mujeres de los hiladores están desocupadas, a menos que vayan a la fábrica durante todo el día por pocos chelines, cuatro o cinco a la semana, a la par que los muchachos. En otro tiempo, si un hombre no conseguía ponerse de acuerdo con el patrono, le plantaba; y podía hacerse aceptar en otra parte. Pero pocos años han cambiado el aspecto de las cosas. Han entrado en uso las máquinas de vapor y para adquirirlas y para construir edificios para contenerlas junto con seiscientos o setecientos brazos, se requieren grandes sumas de capitales. La fuerza-vapor produce un artículo más comerciable (aunque no mejor) que el que el pequeño maestro artesano era capaz de producir al mismo precio: la consecuencia fue la ruina de éste último, y el capitalista venido de la nada se gozó con su caída, porque era el único obstáculo existente entre él y el control absoluto de la mano de obra (…).»

  1. ¿Qué problemas se le presentarían al capitalista en el sistema de industria rural (“domestic system”)? ¿Cómo te imaginas que los podría solucionar?
  2. ¿Por qué la revolución agrícola y la demográfica fueron importantes para el desarrollo de la Revolución Industrial?
  3. ¿A quiénes benefició y a quiénes perjudicó el cercado de los campos comunales? ¿Por qué?
  4. ¿Cómo el cercado de los campos comunales favoreció el desarrollo de la Revolución Industrial?
  5. ¿Por qué el carbón fue tan importante para la Revolución Industrial?
  6. Lee el texto “Recuerdos de un hilador”.
    1. ¿Sobre qué trata?
    2. ¿Qué dos épocas compara?
    3. ¿Cuál era mejor para el hilador? ¿Por qué?

Publicado por

Diego Estin Geymonat

Docente de Historia y estudiante de Psicología. Montevideo, Uruguay.

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